17 de junio de 2013

Cinco TAC ('scanner') equivalen a la bomba atómica de Hiroshima


Los titulares determinan la lectura de una noticia. El título de un artículo científico es clave para motivar al posible lector. El título de un libro puede determinar la compra de un libro. Por todo ello "titular" es un arte. Como tal, en muchos casos se emplea mal. Hay titulares que incluso contradicen el contenido de la noticia, artículo o libro. Es frecuente el uso de titulares de forma interrogativa, que habitualmente provocan rechazo en el posible lector.
Lo mismo consiguen los titulares farragosos.

El titular suele realzarse con un tamaño de letra mayor y con un lugar destacado. Por ello no se debe perder la oportunidad de utilizar el titular como "gancho y cebo". El titular tiene que ser breve, concreto y cierto, que intrigue un tanto y que resuma lo sustancial del texto. Vale la pena ensayar con varios títulos y considerar cuidadosamente la comprensión y validez de su contenido. Hay que ayudar a los posibles lectores para que leyendo sólo el titular ya adquieran información nueva y útil.

Naturalmente, no hay un titular "ideal" pues intervienen múltiples variables. Por ejemplo, la formación académica de los posibles lectores, el objetivo de quien escribe el texto, lo "conocido" que sea el contenido y muchas otras características. Por eso titular es un arte.

Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki

Hay muchas formas de matar. Se puede matar lentamente a miles de personas en una población entera, diseminada en la geografía de una nación, como se está haciendo con la gestión de la crisis financiera, económica y social en Europa. Por ejemplo, en España y en Grecia



Se puede matar también a una población entera, a miles y en un instante, con la bomba atómica. Se ha hecho sólo dos veces. El presidente de Estados Unidos ordenó el bombardeo de dos ciudades japonesas: Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, y tres días después Nagasaki. A los pocos días se rindió Japón. La destrucción superó lo humanamente imaginable. En el centro de la explosión la temperatura llegó al millón de grados y la radiación sobre los humanos fue de 50.000 mSv (una radiografía de tórax equivale a 0,2 mSv). Todo quedó destruido por completo en un radio de casi dos kilómetros. Los muertos en el momento se contaron por miles (en torno a los 100.000).

El bombardeo se presentó a los ciudadanos estadounidenses como una venganza, literalmente: "Los japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto el golpe multiplicado"

Es el mismo estilo del asesinato de Osama Ben Laden, con el presidente de Estados Unidos dando la orden de disparar a matar, sin juicio previo.

Hubo sobrevivientes, los llamados hibakusha, palabra que en japonés significa "persona bombardeada". Hubo incluso algún doble hibakusha, pues sobrevivió la bomba en Hiroshima y fue a Nagasaki, a tiempo para sobrevivir allí a la segunda bomba.

Estos sobrevivientes se supone que recibieron unos 200-300 mSv lo que aumentó su riesgo relativo para el desarrollo de tumores (1,1-1,2 para tumores sólidos).

El daño del diagnóstico por imagen radiológica

Dicen los chinos aquello de que una imagen vale por mil palabras. En medicina es cierto muchas veces. Por ejemplo, no hay como ver las típicas placas de psoriasis para identificarlas posteriormente casi sin error. Lo mismo sucede con los "clavos sifilíticos" en las palmas de la mano. Idem un melanoma "típico", con su negro rabioso y sus bordes informes.

Es lógico el interés de los médicos por ver el interior del cuerpo vivo, del enfermo. Primero se logró con los avances de la cirugía, tras el conocimiento aportado por la anatomía. El descubrimiento de los rayos X significó un cambio sustancial, que asombró a la sociedad. Bien se refleja en los "rayos" de los cuadros de muchos artistas del momento. Fue casi mágico el poder ver el interior del cuerpo humano sin "abrirlo". El atractivo mágico no ha desaparecido sino que se ha incrementado (en parte por su uso racional, pero en gran parte por el puro negocio). Pero la radiología conlleva un daño que se acumula a lo largo de los años. Como todas las actividades médicas, el diagnóstico radiológico tiene grandes beneficios, y al tiempo, si se emplea innecesariamente, causa enormes daños sin beneficio alguno.

El desarrollo de la TAC (tomografía axial computarizada, "scanner") de 64 cortes ha llevado a su límite el diagnóstico por imagen. Así, por ejemplo, es posible "ver" pequeños trombos pulmonares que quizá sean fisiológicos, normales. Es decir, se pueden identificar en sangre pulmonar pequeñísimos émbolos cuya existencia es habitual y no conlleva daño alguno. Es necesario, pues, redefinir "embolismo pulmonar" para distinguir el fisiológico del patológico. Es preciso reservar la TAC espiral para cuando haya una alta probabilidad pre-test de embolismo pulmonar patológico, tras determinar el dímero D, por ejemplo.

Con la TAC helicoidal es posible realizar colonoscopias virtuales y coronariografías también virtuales. En ambos casos sin tener que manipular "el interior" del paciente. En ambos casos con una fuerte irradiación del paciente (hasta 20 mSv sobre tejido glandular mamario en la TAC torácica). En todo caso, las TAC irradian fuertemente, y más si se aplican en varias fases, pudiendo sumar en el caso abdominal hasta 60 mSv

Gran "descuido" es emplear la TAC como método diagnóstico en la apendicitis infanto-juvenil. Lo preferible es la ecografía, pero a veces distintas cuestiones organizativas y económicas imponen el uso de la TAC, con sus consecuencias. Es un procedimiento a evitar; uno de las muchas intervenciones diagnósticas radiológicas a evitar, como la típica radiografía torácica "pre-operatoria"

Se puede estudiar la función coronaria con técnicas que también implican radiación sin ser TAC, como la gammagrafía coronaria dinámica, con la que recibe el paciente unos 6 mSv. Otras técnicas de este estilo llevan los 15 mSv. No es raro, pues, que haya más cánceres por consecuencia de la aplicación de estas pruebas diagnósticas en los pacientes con infarto de miocardio. Se ha calculado que por cada 10 mSv aumenta un 3% el riesgo de cáncer en los cinco siguientes años, como se demostró, por ejemplo, en un estudio en Canadá

En este trabajo se compararon los resultados de la irradiación diagnóstica con los efectos de la bomba atómica sobre los sobrevivientes japoneses (los hibakusha). El daño es mayor cuando se irradia a niños y se ha calculado que en ellos 50 mSv elevan a 2,5 el riesgo relativo de cáncer (el doble que la bomba atómica sobre los sobrevivientes). En las niñas con escoliosis, sometidas a múltiples estudios diagnósticos radiológicos, se produjeron el doble de cánceres de mama al cabo de los años

Cinco TAC torácicas equivalen 2.000 radiografías de tórax. Cinco TAC abdominales equivalen a 2.500 radiografías de tórax

Cinco TAC ("scanner") equivalen en pacientes jóvenes a la radiación recibida por los supervivientes a la bomba atómica en Hiroshima

Juan GérvasPara ser precisos, lo cierto es que cinco TAC equivalen en pacientes jóvenes a la radiación recibida por los supervivientes a la bomba atómica en Hiroshima

Pero es cierto el titular de este texto "Cinco TAC ("scanner") equivalen a la bomba atómica en Hiroshima". Es bien cierto que tal frase puede sonar alarmante, pero lo verdaderamente alarmante es la "ignorancia alegre" con la que se utiliza la TAC, cuyo resultado final es doblar la incidencia de tumores como leucemia, cánceres de cerebro y otros


Como se titulaba el editorial de "The Lancet": "Beyond the bombs: cancer risks of low-dose medical radiation", por el mismo daño de tales radiaciones y por el abuso en su utilización (entre el 20 y el 50% sin justificación).

Vale la pena "agitar" la acertada comparación con las bombas atómicas de Hisoshima y Nagasaki para frenar el bombardeo ionizante del uso innecesario de la radiología diagnóstica.

Juan Gérvas (jgervasc@meditex.es) es médico general y promotor del Equipo CESCA (www.equipocesca.org) mpf1945@gmail.com @JuanGrvas

15 de junio de 2013

Las tres formas de morir de viejo

Amig@s, comparto con ustedes el texto publicado en el diario español El País en relación a la Jornada Controversias Sobre el Envejecimiento realizada el día 14 del presente en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Donce como bien resume Valentín Fuster: "...Tanta prueba solo tendría sentido si sirve para que cambiemos nuestros hábitos, añade Fuster. Esto lleva de nuevo a la famosa trilogía de la prevención: alimentación saludable, no fumar y hacer ejercicio. “Lo importante es que, sea a los 70 o a los 80, nunca es tarde para cambiar”..."

Fuente: El País 

 

El ejercicio previene enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y hasta cánceres, y sirve a cualquier edad. / Consuelo Bautista


Las tres formas de morir de viejo

Se juntan un cardiólogo, dos neurólogos, una oncóloga y un experto en envejecimiento y ocurre que se ponen de acuerdo. No es un chiste. En ciencia a veces se dan estos milagros, como se puso de manifiesto ayer en una sesión sobre envejecimiento en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). La mezcla de especialistas no era casual. A partir de los 75 años, cánceres, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas representan el 61% de las causas de fallecimiento de los españoles, según reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La idea que subyace es que el envejecimiento es, en sí mismo, una enfermedad, y que las otras son manifestaciones de una base común. Algo que geriatras y profanos sospechábamos hace tiempo.
Dirigió la sesión Valentín Fuster, director del CNIC; los neurólogos eran Samuel Gandy, descubridor del primer tratamiento contra el alzhéimer, y Vladímir Hachinski, presidente de la Federación Mundial de Neurología; la oncóloga, María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), y el experto en envejecimiento, otro miembro del CNIO, Vicente Andrés, quien ha estudiado la progeria, la enfermedad de envejecimiento prematuro.
No fumar, tomar menos calorías y hacer ejercicio es el mantra de la salud
Fuster, anfitrión del encuentro ante la Reina y el patronato de la Fundación Pro CNIC, en el que participa el grupo PRISA, editor de EL PAÍS, situó el debate entre dos parámetros: cuánto podemos llegar a vivir los humanos (y, sobre todo, cómo) y cuáles son las bases moleculares y genéticas del proceso del envejecimiento y de las enfermedades que lo culminan. “En una década, la supervivencia media de los estadounidenses se ha alargado seis años”, dijo Fuster. “En 2030 la edad media a la muerte será de 90 años, con una franja que va de los 76 a los 106”, señaló. El aumento de la supervivencia es una constante en los países ricos (y también en los demás, gracias al mayor control de las enfermedades transmisibles, las infecciosas). En España, por ejemplo, se ha pasado de una esperanza de vida al nacer de 80,9 años en el año 2006 a 82,1 en 2011, también según el INE.
El límite de supervivencia humana no está claro. Y si hay algo que odien los científicos es que les pidan que especulen. Así que poner un tope a este proceso es complicado. “Lo único que sabemos es que una mujer ha vivido hasta los 127 años y un hombre hasta los 116”, dijo Hachinski. Y eso demuestra que ese límite es posible y que puede aumentar. El reto es que sea en condiciones aceptables. Y que, además, se puede conseguir un envejecimiento saludable. Fuster puso el ejemplo de un paciente de 106 años que llegó a su consulta para pedirle que le ayudara a programar “sus actividades futuras”

Samuel Gandy, neurólogo; Valentín Fuster, cardiólogo; Vladimir Hachinski, neurólogo; 
María Blasco y Vicente Andrés, oncólogos, con la reina Sofía. / ballesteros (efe)
Porque no se trata de añadir años sin más a la vida (o a la agonía si las cosas vienen mal dadas). Si hay algo en lo que la mayoría de la humanidad está de acuerdo es en que quiere vivir lo más posible, pero con ciertas garantías de calidad. Y ahí es clave la capacidad intelectual. “Tenemos técnicas para hacer que el corazón dure. ¿Y el cerebro?”, preguntó Fuster. Hachinski fue tajante: “Va a ser mejor”. Aunque esto no será gratis. Para ello “hay que ejercitarlo”. “La mejor manera de conservar un órgano es usarlo, y si además lo protegemos…”.
Hay que reconocer que al llegar al asunto de la prevención —de todo, del envejecimiento en general y de cada enfermedad en particular— el debate amenaza siempre con desinflarse. A estas alturas, que alguien insista en que los factores de prevención cardiovascular son hacer ejercicio, dejar de fumar e ingerir menos calorías casi crea rechazo a base de repetirlo —como señaló Samuel Gandy—. Pero esta casi obviedad adquirió en la sesión un giro atractivo: no se trata solo de factores de prevención para las enfermedades cardiovasculares. Que preguntados Blasco y Gandy coincidan en su impacto en sus respectivos campos es una muestra de que, en el fondo, “las claves del envejecimiento y las enfermedades asociadas son muy pocas, y comunes”, como dice Hachinski.
La confirmación por parte de Blasco es contundente. De los reunidos, ella trabaja quizá con lo más recóndito: los telómeros que se encierran en el núcleo de las células, unidos inexorablemente al ADN. “Se trata de estructuras que protegen los extremos de los cromosomas”, explica la directora del CNIO. “En cada división celular se pierde una parte. Por eso podríamos decir que midiendo su longitud en los embriones se podría predecir lo que va a vivir una persona”, aclara. Y lo importante para el asunto del envejecimiento y su prevención es que “incluso hay marcadores moleculares que permiten reflejar a ese nivel los cambios de hábitos. Definitivamente, el estilo de vida se refleja en los telómeros”, indica. La investigadora es capaz incluso de cifrar el impacto de los factores de vida en lo que sucede con los telómeros. “El 20% es genético” —y, por tanto, ahí hay, de momento, poco que podamos hacer, podría haber añadido—. “Pero el otro 80% es ambiental”.
El objetivo es que el deterioro asociado a la edad llegue tarde y dure poco
El propio trabajo de Blasco es una prueba de esta relación entre distintas enfermedades o procesos cuando llega el envejecimiento —“cuando las funciones celulares se deterioran”, como ella misma define—. La investigadora empezó estudiando los telómeros como parte del cáncer (a más largos en una célula oncológica, más fácil que prolifere, porque están más protegidas), pero sus últimos artículos ya hablan directamente de su incidencia en la supervivencia del individuo e incluso acaba de publicar un trabajo —en ratones, eso sí— en los que a base de protegerlos y alargarlos se han conseguido roedores más longevos.
La red de relaciones envejecimiento-enfermedades que los expertos empiezan a vislumbrar se va tupiendo con otros hallazgos. “Aparte de factores como el colesterol o el metabolismo, hemos descubierto que comparten un riesgo genético”, dice Samuel Gandy. Él empezó trabajando en alzhéimer, pero al estudiar sus factores genéticos se encontró con uno, el Apoe4, “que también está presente en las enfermedades coronarias”.
Vicente Andrés, director del laboratorio de Fisiopatología Molecular del CNIO, también tiene su granito que aportar. Al estudiar “la devastadora progeria, que acelera los procesos propios del envejecimiento en niños a partir de un año y medio de edad y hace que mueran de viejos a los 13”, halló una mutación en una proteína, la progerina. Y esta está presente también en los casos de envejecimiento de adultos, porque si algo define el proceso de ir adquiriendo edad es que, desde un punto de vista fisiológico, se pierde la capacidad para reparar ciertas células o mutaciones. “Lo que sabemos es que hay una serie de procesos comunes que son la esencia del envejecimiento, y que nos llevan por igual al cáncer, las enfermedades cardiovasculares o el alzhéimer”, afirma Andrés.
El gen Apoe4 está relacionado con el alzhéimer y las coronarias
Pero unos científicos no lo serían si no quisieran ir más allá. Según vayan conociéndose más marcadores (predictores) biológicos, la idea será extender las pruebas para medirlos antes de que el envejecimiento comience. Al margen de convencionalismos, de una manera puramente biológica puede decirse que este empieza “cuando acaba el desarrollo”, dice Hachinski. Esto pondría la fecha del comienzo del declive alrededor de unos amenazadores 20 o 30 años, que es cuando el último de los órganos humanos acaba de formarse. Y este honor corresponde al cerebro. Este hallazgo, por cierto, tiene gran parte de su fundamento en un español, Santiago Ramón y Cajal, que descubrió que, en contra de los que se creía hasta entonces, el enjambre neuronal que lo forma no acaba de establecerse hasta pasada la adolescencia.
Visto con un punto de vista actual esto es lógico: ahora sabemos que el aprendizaje depende de las sinapsis (conexiones neuronales), y las necesidades sociales y biológicas han hecho que ese proceso se prolongue (por eso mismo cuesta tanto aprender idiomas de mayor, por ejemplo). De hecho, como recalcó Blasco, la renovación celular —no solo la de las neuronas— es continua. Cada 10 años los seres humanos somos seres completamente nuevos: todas nuestras células han sido sustituidas. Y ahí entran en acción las últimas estrellas de la biología: las células madre. Por eso, Blasco apunta otra posible definición de envejecimiento: el momento en que las mutaciones de las células madre las hace incapaces de cumplir su tarea regeneradora.
Los telómeros definen el riesgo de cáncer y la longevidad
Hachinski cree que lo lógico es plantear que después del pleno desarrollo hasta el comienzo del envejecimiento hay un proceso de mantenimiento. Es el momento de hacer pruebas de detección precoz (de alzhéimer, de deterioro cognitivo, de longitud de telómeros, de hipertensión, colesterol, diabetes) algo clave para procurar el objetivo que se busca: que la fragilidad —la verdadera definición del envejecimiento, como acaba de afirmar la Sociedad Española de Geriatría—, llegue lo más tarde posible, dijo Fuster. La idea es que ante el final inevitable, el proceso de deterioro previo se retrase al máximo y que, además, dure lo mínimo. O lo que es lo mismo: dedicar el menor tiempo posible a morirse o estar mal. “El problema que veo son las pruebas de detección precoz, sobre todo por su coste”, añadió Fuster.
Gandy, quien arrima el ascua a su sardina, apunta a que en un futuro no muy lejano se podrían hacer pruebas de cribado para detectar el riesgo de alzhéimer. “Pero habrá que empezar por ensayos pequeños, o perderemos la credibilidad”, afirma. “Y tener cuidado con no confundirnos. Nos puede parecer que, por ejemplo, los problemas de sueño son causa del alzhéimer o el párkinson, cuando a lo mejor son su efecto”, dice. “Tenemos que desarrollar lo antes posible herramientas para identificar de manera temprana los condicionantes biológicos que van a llevar a la aparición de estas enfermedades”, añade Andrés.
Tanta prueba solo tendría sentido si sirve para que cambiemos nuestros hábitos, añade Fuster. Esto lleva de nuevo a la famosa trilogía de la prevención: alimentación saludable, no fumar y hacer ejercicio. “Lo importante es que, sea a los 70 o a los 80, nunca es tarde para cambiar”, resume el cardiólogo.
La jornada, por cierto, se llamaba Controversias sobre el envejecimiento. Fue un diagnóstico equivocado: lo único que no hubo fueron controversias.

 

11 de junio de 2013

Mensajes clave - Día Mundial del Donante de Sangre 2013 - 14 de Junio

Fuente: OMS


                                      Cartel del Día Mundial del Donante de Sangre 2013 

                                                                                       

Con una sola unidad de sangre donada se pueden salvar hasta tres vidas.

Cada año se realizan 92 millones de donaciones de sangre en todo el mundo. Aproximadamente la mitad de esas donaciones corresponden a países de ingresos altos, donde solo se concentra un 15% de la población mundial.

Muchos de los pacientes que necesitan transfusiones, especialmente en los países en desarrollo, no pueden acceder a tiempo a sangre segura. 

La donación voluntaria y no remunerada de sangre es fundamental para que exista un suministro suficiente de sangre segura. Los donantes voluntarios regulares representan la fuente más segura de suministro de sangre, ya que hay menos casos de infecciones transmitidas por la sangre entre esos donantes que entre las personas que donan sangre a familiares en caso de emergencia o que lo hacen a cambio de dinero. 

En los países de ingresos bajos y medianos, la sangre donada se utiliza principalmente para casos de complicaciones relacionadas con el embarazo y de anemia infantil grave.

En los países de ingresos altos, las transfusiones se utilizan sobre todo en cirugía cardíaca, cirugía de trasplante, tratamiento de traumatismos graves y tratamientos contra el cáncer. 

El suministro suficiente de sangre segura a través de sistemas nacionales de transfusión bien organizados debería ser parte integrante de la política de atención de salud de cada país.

El suministro suficiente de sangre segura a través de sistemas nacionales de transfusión bien organizados debería ser parte integrante de la política de atención de salud de cada país.

La OMS proporciona orientación sobre políticas y asistencia técnica para ayudar a los países a garantizar la disponibilidad de sangre y productos sanguíneos seguros para las personas que los necesitan, así como su correcta utilización.

Enlace de Interes:


2 de junio de 2013

Ley Vital - Tuberculosis - Perú - Mayo - 2013



Escribe: Md. Gustavo Silva Paredes 

Amig@s:

Comparto con ustedes el texto publicado en la Revista Caretas N°2285 del 30 de mayo de 2013. El objetivo del texto, es llamar la atención y exigir al Congreso de la República y al Ministerio de Salud del Perú, una legislación seria y técnica, que permitan controlar la epidemia de la Tuberculosis en el Perú. Esto exige que el Proyecto de Ley aprobado en la Comisión de Salud deba ser mejorado antes de su aprobación por el pleno del Congreso.


El actual Proyecto del Ley mantiene las omisiones de su Texto Sustitutorio, aquí el Link de las Observaciones realizadas en su momento al Texto Sustitutorio.



Fuente. Copia de la Imagen de la Edición Impresa de Revista Caretas N° 2285