22 de octubre de 2011

World Conference on Social Determinants of Health

Member States gather in Rio de Janeiro for World Conference

WHO convened a global conference on 19-21 October 2011 in Rio de Janeiro, Brazil, to build support for the implementation of action on social determinants of health. The conference brought together over 1000 participants representing more than 125 Member States and a diverse group of stakeholders. The event was attended among others by Michel Temer, Vice President of Brazil and Dr Margaret Chan, WHO Director-General. On 21 October, 2011 participating Member States adopted the Rio Political Declaration on Social Determinants of Health.
Fuente: WHO

21 de octubre de 2011

HAMBRIENTOS DE ATENCIÓN

Fuente: Hambrientos de Atención



Aún puedes ayudarnos a reescribir la historia de los niños que padecen desnutrición

Hace más de un año, MSF lanzó una campaña internacional de presión a los gobiernos que proveen ayuda alimentaria a los países en desarrollo, para que dejen de utilizar alimentos por debajo de los estándares para bebés y niños pequeños. Gracias a las firmas de 141.000 personas en todo el mundo, estamos dando pasos alentadores. Pero necesitamos llegar a 250.000, ¿nos ayudas?




Ver el nuevo vídeo de Hambrientos de Atención

Para ver el video has clik en la imágen.

El Dr. Unni Karunakara, presidente internacional de MSF, agradece el apoyo de la sociedad y explica qué se ha logrado hasta el momento y qué tenemos por delante.

Con motivo del Día Mundial de la Alimentación el pasado 16 de octubre, MSF volvió a recordar que el sistema internacional de ayuda alimentaria sigue olvidando a los niños con desnutrición. En nombre de las más de 141.000 personas de todo el mundo que han apoyado con sus firmas la campaña Hambrientos de atención de MSF, enviamos cartas a los principales países donantes de ayuda alimentaria, entre ellos Estados Unidos, Canadá, miembros de la Unión Europea y Brasil, para pedirles, una vez más, la reforma de la ayuda alimentaria.

Si aún no has firmado la petición, hazlo ahora. La campaña Hambrientos de atención continúa.

www.hambrientosdeatencion.org

16 de octubre de 2011

Piloto de avión o Director de orquesta


Juan Gérvas
Juan Gérvas
A los niños se les tortura de muchas formas. La más clásica es la pregunta del extraño de que a quién quiere más, si al padre o a la madre. Los niños inteligentes en seguida aprenden a contestar que les preocupa más saber si el que pregunta les puede dejar su declaración a Hacienda, para difundirla entre las amistades. Se les tortura también a los pobres niños con la alimentación forzada, en la más tierna infancia, cuando la madre se topa con una pediatra línea "estricta gobernanta", que tiene días y casi hora para la introducción de cualquier comida y complemento (sin fundamento científico alguno). Los huevos, ¡nunca!. La leche de vaca, ¡menos!. Las fresas, ¡por dios!. La vitamina D, ¡por supuesto!. Y el pobre niño, criado a golpe de instrucción, sobrevive como puede, pero eso suele dejar huella, de esas cosas que luego no se saben a qué se deben.

Modelo refinado de tortura a los pobres niños es la maestra empeñada en que el niño vaya al psicólogo, por más que la madre diga que es igual que el padre, según le cuenta la suegra. "Pues eso", dice la maestra con mirada pérfida, haciendo ver a la madre la bestia con la que convive. Frecuente tortura es la pregunta al niño sobre qué va a ser en el futuro, si ingeniero como el padre o farmacéutico como la madre. O si se va a dedicar a los negocios como el padre, o se va a quedar en casa como la madre, pregunta la mala amiga para señalar que su amiga del alma no ejerce la música a la que tantos años dedicó.

En ese sentido los niños son muchas veces el campo de batalla de seres perversos, por más que no lo sean en el sentido sexual (que también). Los niños aprenden a escabullirse de esos individuos, amigos o familiares de los padres, y en todo caso saben que no hay problemas si responden que les gustaría ser bomberos, o astronautas, y prefieren no decir que les gustaría ser futbolista, para no ir a trabajar y tener novias guapas, o princesa para poder hacer lo que les dé la gana. Los niños aprenden pronto a comportarse en sociedad, es decir, a ser hipócritas (hay que sobrevivir frente a personas y preguntas idiotas).

Jean Piaget

Cantó Joan Manuel Serrat que los niños son locos bajitos. Son bajitos, no cabe duda, pero no tan locos. Sucede con ellos como con los locos, que son simplemente distintos. Por distintos son vistos como locos.

Jean Piaget se dio cuenta de que los niños cometían errores sistemáticos, consistentes, en las pruebas de inteligencia. Es decir, que se equivocaban persistentemente de la misma forma y manera. Es decir, que se podía deducir que el desarrollo congnitivo infantil tiene etapas, y que su aparente "menor inteligencia" es sólo una forma de ser distintos.

El pensamiento de los niños es distinto al de los jóvenes y los adultos. Parecen locos por distintos, pero tienen su lógica, y maduran con normalidad por más que resulten "extraños" durante un periodo de sus vidas. Lastimosamente casi no nos queda recuerdo de esa fase en la que éramos capaces de ver las cosas de forma "distinta". Ser adulto es formar parte de una masa anónima y uniformada, incapaz ni siquiera de darse cuenta de la tiranía del pensamiento único. Cuando niños asimilamos las formas sociales adultas y al tiempo nos acomodamos a ellas. Renunciamos al cambio, en muchos sentidos. Todo nos parece "normal", por más anormal que sea (como esto de la crisis financiera, que la pagan los que no han tomado ninguna decisión, como si fueran culpables por mansos). A los niños muchas cosas les parecen "anormales", y lo expresan con claridad si se les deja hablar y si se les escucha.

Director de orquesta

El director de orquesta es un todo terreno, pues coordina los ensayos y resuelve disputas entre los músicos, además de trabajar como tal director en los conciertos, para llevar el tempo, dar entrada a los grupos instrumentales colectivos e individuales, marcar acentos dinámicos y transformar las instrucciones del compositor en órdenes que faciliten la interpretación de la partitura. Así, el director es clave para el disfrute de la música por la audiencia.

Hay muchas películas sobre orquestas y directores. Por ejemplo, la polaca de Andrzej Wajda "El director de orquesta", con el análisis de la relación entre la joven violinista y el añoso director. O por ejemplo, la más tierna e hilarante de Radu Mihaileanu "El concierto", francesa, en la que un degradado director de orquesta descubre una invitación para París, mientras trabaja de limpiador en Moscú, en el Bolshoi, y decide ir para allá con una orquesta falsa, con sus amigos judíos expulsados de la oficial. O por ejemplo, "Ensayo de orquesta", de Federico Fellini, la más ácida, en la que una orquesta desorganizada es capaz de superar el caos, pero tras la muerte de la arpista.

El director de orquesta suele ser persona autoritaria, aunque no sea necesario para su trabajo. Algunos son excepcionalmente dulces, y también llevan a buen puerto los conciertos. Es difícil definir lo que sea un director de orquesta "normal", pues suelen ser caprichosos y muy diferentes unos de otros. Hay mil formas de sacar lo mejor de los músicos (y de las partituras).

Director de orquesta o piloto de avión

En el avión uno puede ser el piloto y que no haya nadie más, ni tripulación ni pasajeros. Incluso puede volar sin motor, con el viento. El director de orquesta siempre necesita los músicos, que son su razón de ser. El piloto de avión precisa un avión, obvio, pero poco más. Un avión a punto; es decir, bien repasado por el mecánico, cargado de combustible (en su caso) y con una tripulación competente (si lleva pasajeros).

El piloto de avión es la autoridad en el avión, a todos los efectos. Se dice eso tan clásico de que puede casar, llegado el caso. Desde luego es el que decide si se aterriza y cuándo. El piloto de avión tiene el mando, y no precisa discutir con nadie, sino seguir las normas y tener sentido común, además de formación continuada y actualizada. En muchas ocasiones hay un co-piloto, que ayuda y puede substituir al piloto, en cuyo caso adquiere los "poderes" del piloto. Conviene que no haya demasiada "distancia" entre el piloto y co-piloto, pues a veces el piloto comete errores, y el co-piloto es clave para corregirlos. El piloto manda, pero no puede poner demasiada distancia con los subordinados.

El piloto de avión se puede permitir menos virtuosismo que el director de orquesta, y la partitura es más homogénea en su interpretación. Lo que importa es la seguridad, y no el placer. Cuenta con personal en tierra, por ejemplo de la torre de control, pero es sólo una ayuda, al final las decisiones son suyas.

Se ha puesto de moda comparar al médico con el director de orquesta. El médico como coordinador de cuidados que prestan distintos profesionales. Puede ser una comparación.

Pero el médico es el piloto, lo mismo en la sala de operaciones de un hospital que en la consulta rural. El médico toma decisiones y las ejecuta, decide diagnósticos y tratamientos (y muchas veces los ejecuta) y responde ante el juez por ello.

La visión del médico como director de orquesta ignora la práctica clínica y la necesidad de autoridad y de jerarquías que protegen al paciente y dan seguridad al acto clínico. El médico es el piloto, no el director.

¿Qué quieres ser como médico, piloto de avión o director de orquesta?

Hay preguntas que ofenden.

Las comparaciones son a veces odiosas.

Juan Gérvas (jgervasc@meditex.es) es Médico General y promotor del Equipo CESCA (www.equipocesca.org)


9 de octubre de 2011

Vacuna contra la gripe: prometen milagros, difunden errores y hacen negocio.


RESUMEN:
La vacuna antigripal es inútil. Lo ha revisado la Cochrane Library, concluyendo sin dudas sobre su
falta de eficacia. No obstante se presiona a la población y a los profesionales sanitarios para
conseguir una vacunación masiva. Tal propuesta falta a la ciencia y a la ética.
Algunos hechos:

Texto completo Aqui

 Fuente: Equipo CESCA

En Madrid (España), a 8 de octubre de 2011. Escrito por Juan Gérvas jgervasc@meditex.es
SE PUEDE DIFUNDIR, SIEMPRE QUE SEA EL TEXTO ÍNTEGRO.


7 de octubre de 2011

Página de Memorias - Dra. Barbara Starfield

La Escuela de Salud Pública de la Universidad Jhons Hopkins ha creado una pagina donde ex alumnos, profesores y amigos pueden publicar memorias sobre ella.

Los invito a visitar esta pagina y escribir una memoria en el siguiente link:



                      Instituto de Salud Carlos III - Madrid- Marzo 2011

3 de octubre de 2011

Action on social determinants of health is essential to tackle noncommunicable diseases

Fuente: Action on social determinants of health is essential to tackle noncommunicable diseases

Kumanan Rasanathan a & Rüdiger Krech a

a. Department of Ethics, Equity, Trade and Human Rights, World Health Organization, Geneva 1211, Switzerland.
Correspondence to Kumanan Rasanathan (e-mail: rasanathank@who.int).
(Submitted: 03 August 2011 – Accepted: 06 September 2011.)
Bulletin of the World Health Organization 2011;89:775-776. doi: 10.2471/BLT.11.094243
Noncommunicable diseases cannot be effectively addressed without action on social determinants of health. Without addressing social inequalities and the conditions in which people are born, grow, live, work and age, along with the reasons that health systems work better for some population groups than for others – that is, adopting a social determinants approach – prospects for reversing the noncommunicable diseases epidemics are poor.1
This year’s United Nations General Assembly High-Level Meeting on Prevention and Control of Noncommunicable Diseases (in New York) and the World Conference on Social Determinants of Health (in Rio de Janeiro) provide a unique opportunity for progress. There may never be a better global platform for countries, civil society and international organizations to commit to a coherent social determinants approach to tackling noncommunicable diseases and other global priorities at local, national and global levels. In this context, we explain why a social determinants approach is essential for combating noncommunicable diseases, discuss what such an approach entails, and identify priority actions for the global community.

Tackling noncommunicable diseases by addressing social determinants of health

Eighty per cent of noncommunicable diseases could be prevented through primary prevention – through modifying behaviours such as reducing tobacco consumption and fat, alcohol and salt intake, preventing obesity, and promoting physical activity, and improving environmental conditions such as air quality and urban planning.2 Furthermore, early interventions and treatment to minimize the impact of noncommunicable diseases are available. Yet cardiovascular diseases, mental illness, cancer, respiratory illness, and diabetes now dominate the disease burden in middle- and high-income countries, and are projected to do so in low-income countries by 2030.3 Knowledge of how to prevent and treat noncommunicable diseases has not been translated into effective action. For example, only 5% of the world’s population is protected by the full range of evidence-based strategies for tobacco control, despite endorsement of these strategies in the Framework Convention on Tobacco Control.4 Even in countries where progress has been made, unequal uptake of interventions lead to noncommunicable diseases being a major cause of health inequities and social inequalities.
However, the health sector cannot, by itself, prevent noncommunicable diseases. The strategy of identifying risks (such as smoking or obesity) and expecting individuals to change their behaviour to minimize their exposure has proved inadequate. Genuine choice and an ability to modify risks depend on living conditions and access to resources. Furthermore, noncommunicable diseases arise from exposures throughout the life course, starting in utero.
Prevention of noncommunicable diseases requires collaboration between different sectors (including finance, trade, agriculture, housing, education, community planning, transport and environment) to address the conditions that give rise to noncommunicable diseases, and to implement policies that support people to minimize their exposure to risks. For example, effective tobacco control includes the use of fiscal policies to reduce tobacco consumption, allied with labour and environmental laws to reduce exposure to smoke and regulation of marketing practices. None of these activities are the primary domain of the health sector.
Treatment is also important, because large numbers of people have noncommunicable diseases, and because whole populations have been exposed to risks that make noncommunicable diseases likely. A social determinants approach is also relevant to ensure that effective interventions are available to all. The common scenario of some – often wealthier – populations having better access and receiving higher quality care contributes to significant inequities in outcomes for people with noncommunicable diseases. Health systems are themselves an important social determinant, with unequal health services performance a challenge for all countries, rich or poor. There is no contradiction in improving treatment effectiveness using a social determinants approach.

Implementing a social determinants approach

An approach that focuses solely on treatment or attempts to emulate recent HIV and tuberculosis programmes, is one that ignores important lessons and risks failing to tackle noncommunicable diseases. Impressive advances in HIV and tuberculosis treatment have to be weighed against poor progress in reducing incidence and the need for a renewed focus on prevention.
The celebrated example of using community participation and working with industry to reduce salt and fat intake and redirect agriculture in North Karelia, Finland, shows how coherent policies to address social determinants can provide an effective means of reducing noncommunicable diseases.5 Despite this example, too little has been done globally to consider how policies for food production and distribution can be better coordinated to serve health and development goals. The Finnish experience shows the potential for governments to work with the agricultural sector and food industry to prioritize nutritious and environmentally-sustainable food, including regulatory action when necessary. Other countries, such as New Zealand, have adopted a social determinants approach with some success in reducing both prevalence of noncommunicable diseases and inequities by implementing policies across all of society.6
As low- and middle-income countries increasingly grapple with noncommunicable diseases as a major development threat, where should the emphasis be? For example, what is more important for India – to provide access to statins for middle-class urban populations or to reduce indoor air pollution through replacing inefficient stoves in rural areas? Equitable provision of both statins and clean stoves are required, but a social determinants approach would highlight the latter’s potentially greater returns for noncommunicable disease prevalence and health and social equity.7
Implementing a social determinants approach requires building governance with the capacity to address these issues, including the use of comparative health impact assessment methodologies to inform broader policy decisions and prioritization. Understanding the importance of action across society to ensure health and health equity was strongly promoted in the 1986 Ottawa Charter’s call for healthy public policy, itself building on the 1978 Alma Ata Declaration. A social determinants approach extends this by placing health and health equity as central societal goals, of relevance to all sectors. Better health contributes to increased wellbeing, education, social cohesion, environmental protection, increased productivity and economic development.8 A virtuous circle is possible whereby improvements in health and its determinants feedback into each other, providing mutual benefits.9
Realizing this vision requires concerted efforts to change the way governments operate and policies are made, transcending silos to implement coordinated policies that improve health and reduce inequities. Risks for health and benefits of action occur at all levels – local, national and global – therefore implementation is required at all levels. For example, local transport and housing policies are needed; national fiscal, environmental, education and social policies; and global financial, trade and agricultural policies (I Kickbusch, personal communication). It is difficult to interest non-health sectors in achieving targets expressed in terms of disease, such as mortality from noncommunicable diseases. Instead, the aim needs to be to implement policies that serve broader societal goals, such as improving wellbeing and development, which also contribute to tackling noncommunicable diseases.
Implementing a social determinants approach also provides the opportunity to transcend the divide between communicable and non-communicable diseases. Separate global health initiatives or funding mechanisms for vertical noncommunicable disease-specific programmes are unlikely to work. There is now increased understanding of the links between communicable and noncommunicable diseases. Smoking, harmful use of alcohol, indoor air pollution and diabetes are major drivers of the tuberculosis epidemic,10 and long-term use of antiretroviral therapy increases the risk for some noncommunicable diseases.11 Increased prevalence of both communicable and noncommunicable diseases in disadvantaged populations is caused by the same social conditions. By shifting the focus to act on these conditions, a social determinants approach offers a more effective and equitable path for progress.

Priorities for action

The World Conference and High-Level Meeting can stimulate global commitment and action at a time when health and social budgets are at risk. Three potential priorities are of key relevance to noncommunicable diseases. First, improved monitoring is required of social determinants, linked to outcomes for noncommunicable diseases and the performance of health services. Social determinants need to be routinely monitored and factored into policy-making in order to evaluate the impact of policies and change course when necessary. The global community can agree on a monitoring framework for social determinants, aligned with key risks for noncommunicable diseases, and assist countries in implementation.
Second, commitment towards a global agenda for noncommunicable diseases is only a partial solution. As the 2015 deadline draws near, coordinated global action, keeping equity foremost, is needed on the unfinished Millennium Development Goals agenda, climate change, social protection and noncommunicable diseases. This requires a social determinants approach at global level, with aligned strategies, implementation and monitoring. The global community can ensure that commitments on noncommunicable diseases and social determinants support this endeavour.
Third, the UN system can show how intersectoral collaboration and policy coherence towards equity is possible, by aligning its agencies’ efforts to support countries in addressing multiple priorities through a social determinants approach. UN agencies and bilateral cooperation partners should also ensure that they enable national policy makers to implement a social determinants approach in tackling noncommunicable diseases, taking into account the impact of international agreements.

References