1. ¿Es “nuevo” el virus del Ébola? No.
El virus del
Ébola no es “nuevo”, sino “viejo” compañero del sufrimiento, el dolor y la
muerte en África. Su nombre viene del río Ébola, en la República Democrática
del Congo (antiguo Zaire) donde se identificó. El primer brote documentado
ocurrió en 1976.
2. ¿Ha traspasado el virus del Ébola las “barreras
entre especies”? Sí.
El virus del
Ébola es huésped habitual en varios murciélagos de las selvas tropicales. Desde
este “reservorio” el virus puede contagiar a monos y otros simios, antílopes,
puercoespines y otros animales, y contagiar al ser humano a través de la
manipulación de vísceras, sangre y restos de los animales enfermos. El contagio
entre humanos se da por el contacto íntimo con sangre, heces, material de
vómitos, orina, leche materna y otros fluidos, especialmente si hay lesiones de
la propia piel. A través del semen se puede contagiar el virus del Ébola hasta
dos meses después del inicio de la enfermedad. En general, el virus del Ébola
es poco contagioso y no se ha encontrado íntegro en el sudor pero puede
persistir unas horas en superficies contaminadas con fluidos. El virus del
Ébola se elimina con limpieza meticulosa e higiene y antisepsia habitual. El
contagio se evita con medidas apropiadas para tomar contacto seguro con los
enfermos.
3. ¿Cuáles son los síntomas de la infección por el
virus del Ébola? Los del “trancazo”.
El virus del
Ébola produce un brusco “trancazo” típico, dolor de huesos y articulaciones,
con decaimiento y con fiebre y dolor de garganta, que se sigue después de
vómitos, diarrea, tos, erupciones cutáneas, hemorragias internas, afectación de
hígado y riñones, deshidratación y muerte (en algunos casos). Los síntomas se
producen entre 2 y 21 días después del contagio.
4. ¿Es alta la mortalidad por el virus del Ébola?
Sí.
Desconocemos
cómo se comportará el virus del Ébola en regiones no africanas ni tropicales.
La
mortalidad depende del brote, de la persona y del virus. Contribuyen a la
mortalidad en África las carencias sanitarias y nutricionales (a la pobreza y
al hambre). La mortalidad va del 50 al 90%. Por ahora, no hay vacuna ni
tratamiento específico para el virus del Ébola, sólo mantenimiento vital del
paciente. Hay variedades del virus del Ébola en Filipinas y en China, que
contagian a cerdos y monos y pasan a humanos sin daños. En todo caso, el virus
del Ébola africano mata “poco” en conjunto, por su baja contagiosidad, y la
mortalidad general en África sigue siendo básicamente por diarreas,
desnutrición y otros problemas de carencias, por pobreza (y corrupción política
y empresarial).
“Desconocemos cómo se comportará el
virus del Ébola en regiones no africanas ni tropicales”
5. ¿Hay otros virus parecidos al Ébola? Sí.
En 1967 hubo
un brote de fiebre vírica hemorrágica muy parecido a los posteriores brotes del
Ébola. Fue a partir de unos monos infectados traídos a Europa (en Marburgo,
Alemania). Posteriormente ha habido brotes de fiebre hemorrágica de Marburgo en
varios países africanos (Sudáfrica, Kenia y otros, especialmente grave el de
Angola).
6. ¿Sirve la ayuda al desarrollo de África para
combatir el virus del Ébola? Sí.
Las ayudas
de caridad son sólo paliativas. El virus del Ébola produce gran mortalidad,
pero es poco contagioso y para su control se precisa de un sistema sanitario
que funcione en el seno de una sociedad capaz de dar respuesta a las
emergencias. Todo ello falta en África después de siglos de expolio por las
“potencias occidentales”. Es hora de la justicia, no de la caridad.
7. El problema del Ébola ¿es mundial o local?
Mundial.
La
infecciones saltan entre especies y saltan entre países. Es “poner puertas al
campo” el intentar “blindar un país”. Lo que afecta a África afecta a Europa, y
al mundo. El virus del Ébola ha sido desde el principio un problema mundial,
por el daño en África y por su expansión. En este mundo global, más que nunca,
“nada no es ajeno”.
“La
decisión de traer a los enfermos fue política, sin fundamento sanitario alguno”
8. ¿Cuál es la “causa de la causa” del Ébola en
España? Una decisión política.
Es digno de
elogio el sentimiento de solidaridad con quienes sufren, y de ahí la necesidad
de justicia en África, no el traer a los españoles infectados de Ébola en África.
La decisión de traer a los enfermos fue política, sin fundamento sanitario
alguno (se podría, incluso, haber llevado a África el material y el personal
necesario de forma que se ofreciese atención de calidad a españoles y naturales
del país). Cabe preguntarse por el fundamento político de la decisión, incluso
por el cálculo electoral y rentabilidad en votos, y precisamos explicaciones
acerca de la “causa de la causa” (la decisión política).
9. En Madrid, ¿se desmanteló el hospital de
infecciosos y la Dirección General de Salud Pública y se debilitó el sistema
público de salud? Sí.
Las
enfermedades infecciosas son “compañeras” del ser humano, y lo serán por
siempre. De hecho, evolucionan y “se adaptan” a las vacunas, los antibióticos y
la higiene. Es arrogante e ignorante desmantelar el único hospital de
infecciosos de Madrid, y eliminar la Dirección General de Salud Pública (que se
encarga de cuestiones que afectan a las poblaciones, como epidemias de
enfermedades infecciosas). Atenta la ética y ciencia el debilitar el sistema
público de salud, guiado por los intereses de empresas privadas. Estas
decisiones son del gobierno de la Comunidad de Madrid, con Esperanza Aguirre e
Ignacio González de presidentes. La “causa” del Ébola es el virus, la “causa de
la causa” la decisión política de traerlo a Madrid, y la “causa intermedia”, el
desmantelamiento de los servicios sanitarios públicos.
10. ¿La cultura de la seguridad impide los errores
humanos? No.
Hay toda una
cultura de la seguridad en el sistema sanitario que promueve prácticas que
evitan o minimizan los daños a pacientes y profesionales. Por ejemplo, para
atender a los pacientes con Ébola se precisan hasta dos semanas de formación
específica en lo que respecta al contagio y cómo evitarlo. Se requiere también
tiempo, pues ponerse el traje de protección puede llevar diez minutos, y veinte
el quitárselo. La cultura de la seguridad es de la organización, del conjunto,
y es la única forma de evitar o minimizar errores. El error humano que lleva al
contagio es el evento final de una cadena de sucesivos errores y de relajación
de las normas. Culpar a los profesionales que yerran es expresión de una pésima
cultura de la seguridad. En el caso del Ébola en Madrid hubo una verdadera
“incultura” de seguridad cuyo última expresión son las declaraciones de la
Ministra de Sanidad (Ana Mato) prometiendo seguridad a tontas y locas, sin
fundamento científico ni análisis de la cadena de errores, y que termina en el
Presidente del Gobierno (Mariano Rajoy) sin explicar la “causa de la causa” (la
decisión política). Por comparar, ¿se puede uno imaginar lo que sería la
reacción de Ana Mato y Mariano Rajoy si el Ébola hubiera llegado por un negro
del Gabón que hubiera saltado la valla de Melilla? Conviene recordar que la
Secretaria General del Ministerio de Sanidad, Pilar Fargas, adujo como una de
las cinco razones para no temer el Ébola en España “Sin riesgo en la frontera
con Ceuta y Melilla” (pensó en el norte de África sin darse cuenta de que su
política ha hecho bueno el mal dicho de que “África empieza en los Pirineos”).
“Culpar a los profesionales que
yerran es expresión de una pésima cultura de la seguridad”
11. ¿Tiene España experiencia en crisis de salud
pública? Sí.
En España
hay una larga historia contemporánea de crisis de salud pública (aceite
tóxico-de colza, pandemia de gripe A, “vacas locas”, asma por polvo de soja en
Barcelona, el Prestige y la descontaminación de las playas, neumonías por
legionela, salmonelosis por pollos precocinados, ola de calor del verano de
2003, etc). En España ha habido crisis bien y mal gestionadas. Entre las mal
gestionadas, la de la pandemia de gripe A. Entre las bien gestionadas, la de
samonelosis por pollos precocinados. En una crisis de salud pública hay 1/
alarma, por algún hecho, 2/ emergencia, pues exige tomar medidas
extraordinarias de inmediato, 3/ percepción del riesgo de afectación colectiva
y 4/ incertidumbre en el manejo del riesgo individual.
Lamentablemente,
son erróneos los pasos iniciales en la crisis del Ébola, y puede tener enormes
costes para España. No es sólo el daño a las personas enfermas y a sus
familiares y amigos, sino la afectación de toda la sociedad, incluso de
sectores vitales para España, como el turismo.
12. Ante el virus del Ébola ¿se puede y debe ser
prudente y tener calma? Sí.
Es absurdo
pensar que “toda fiebre es Ébola hasta que se demuestre lo contrario”. Lo más
frecuente es que la fiebre se deba a infecciones respiratorias altas,
habituales en el invierno, y que se previenen con higiene de manos y buenos
alimentos (la vacuna de la gripe es inútil, los antibióticos en general
también). Con sentido común, se puede hacer vida normal y afrontar los catarros
y trancazos invernales como siempre. Sólo si hubiera duda razonable de contagio
de Ébola por algún mecanismo lógico sería prudente el consultar con el médico
de cabecera. Por otra parte, conviene evitar creer en bulos, noticias y rumores
esotéricos que carecen de lógica y no se deben transmitir. Los hechos son
simples y no hace falta dar pábulo a versiones sin sentido. Además, la
percepción de la aceptabilidad y la gestión de los riesgos son construcciones
sociales y por ello todos somos importantes (individuos, comunidades,
sanitarios, especialistas en salud pública, periodistas y políticos), sin
olvidar el papel de los grupos de interés (a veces de presión pues “a río
revuelto, ganancia de pescadores”). En la gestión de las crisis en España los
errores y daños proceden especialmente de la escasa relevancia concedida a la
salud pública y de la excesiva dependencia de los aparatos políticos de los
partidos (muy corruptos y fácilmente corrompibles).
“En la gestión de las crisis en
España los errores y daños proceden especialmente de la escasa relevancia
concedida a la salud pública”
13. ¿Hay que pedir responsabilidades por el Ébola
en España? Sí.
Con
tranquilidad, sin agitación, sin miedo ni pánico, con serenidad, hay que pedir
responsabilidades. Hay que exigir el análisis de la cadena de errores que llevó
al contagio y un informe sobre cómo evitar su repetición. Hay que pedir
dimisiones, y en su caso llevar al juzgado a los responsables de los delitos.
Conviene la constitución de un grupo de gestión de la crisis, con no-expertos,
con profesionales sanitarios clínicos, de ética, de comunicación, de sociología
y antropología, y con legos. Por otra parte, hay que exigir una regeneración
política, pues conviene recordar que los problemas de España siguen siendo el
desempleo, la pobreza, la corrupción con impunidad, el descrédito de las
instituciones, la negación de atención a grupos e individuos, el deterioro del
sistema educativo, la debilidad de la ayuda a familias y a la dependencia y
otros que nos hacen débiles frente al virus del Ébola.
FUENTES PRINCIPALES