Antonio Gómez Díaz es un anciano de 85 años. Es soltero "de
vocación", como siempre anota cuando se le pregunta al respecto; y añade
con ironía y machismo: "lo mejor es disfrutar de las mujeres sin
comprometerse". Fue catedrático de Histología en la Universidad de Palma
de Mallorca, donde logró formar a múltiples discípulos que triunfaron
en otras universidades, de Alemania, España, Estados Unidos, Japón y el
Reino Unido.
Antonio
Gómez Díaz fue muy querido por sus alumnos de Medicina, como profesor y
como ciudadano. Se enfrentó a los partidos políticos y a sus corruptos
productos (los políticos), y también a la Iglesia Católica ("oficial"
remarcaba siempre, pues siendo ateo mostró y muestra enorme respeto por
las creencias religiosas sinceras). En lo científico no dejó títere con
cabeza, especialmente contra "los vendedores de humo", como los
denominaba y denomina; empezó en su juventud, antes de la universidad,
continuó como estudiante universitario en Salamanca, no cejó como
profesor en Palma de Mallorca y todavía a sus años publica una columna
semanal en el "Diario de Mallorca". Escribe sobre los excesos de la
Medicina en general, pero particularmente sobre los excesos en el
diagnóstico. Le hierve la sangre especialmente cuando los abusos llegan a
la "prensa seria en papel". Así define los periódicos, a los que es
adicto. No hay día en que se pierda "La Vanguardia" y "El País", además
del "Diario de Mallorca". Como muestra sirva un botón, su columna
dedicada al "Hay un sano envejecer, pues el envejecimiento no es
enfermedad". La copiamos literalmente para que el lector se haga idea
del pensamiento de Antonio Gómez Díaz.
"Hay un sano envejecer, pues el envejecimiento no es enfermedad"
"Llamamos
'enfermedades inventadas o imaginarias' a situaciones fisiológicas
transformadas artificialmente en problemas de salud. En inglés se suelen
denominar 'non-diseases'. El invento no es moderno sino antiguo,
empleado como forma de dominación por los brujos y hechiceros de las
tribus. Cuando algo deviene enfermedad cae bajo el ámbito de la
Medicina. Con ello da valor al trabajo de los médicos, y a sus
actividades y productos. En la actualidad, la actividad creadora de
enfermedades crece como la mala hierba en todos los campos. Los médicos
abandonan su papel de sanadores para convertirse en comerciantes, que
todo lo venden
Sociedades "industriales", que no "científicas"
En
su papel de comerciantes se alían los médicos clínicos con los
académicos, y ambos con los "expertos" y las sociedades "científicas"
(muchas de estas existen sólo por y para los intereses comerciales, lo
que transforma su sobrenombre de "científicas" es un verdadero exceso).
La
diversas industrias emplean el crédito de los médicos para vender sus
productos, y no lo hacen gratis; pagan desde congresos al alquiler de
las sedes de las sociedades "científicas" y crean una suerte de "cuadra"
de líderes de opinión que van de actividad en actividad y de ciudad en
ciudad vendiendo las "buenas nuevas" (cambiantes y a veces hasta
opuestas; el cinismo es la base de estos vendedores de humo que pasan
por "expertos"). Las industrias son las farmacéuticas, tecnológicas, de
alimentación y otras.
Muchos
lectores piensan sólo en las industrias de medicamentos, que de hecho
tienen una imagen por el suelo, comparable a la de los políticos y sus
partidos, similar a las industrias del tabaco. Pero conviene no olvidar
las industrias de la tecnologías (aparatos de análisis, de radiología,
de imágenes en general, de fisioterapia, de respiradores y más), de la
alimentación (hoy en día los alimentos empiezan a ser medicamentos, que
"bajan el colesterol", "refuerzan los huesos", "mejoran las defensas",
etc.), de la gestión (esas que promueven la privatización sin fundamento
científico, por ejemplo) y otras (de productos desechables como
mascarillas y guantes, de productos de higiene y más).
"Non-diseases"
En
2002 la prestigiosa revista "British Medical Journal" repitió un
ejercicio realizado por primera vez en 1979, sobre la opinión de
estudiantes, académicos y médicos clínicos acerca de un listado de
"enfermedades inventadas" ("non-diseases"). Como era esperable, en ambas
ocasiones el envejecimiento se vio como una condición que no era
enfermedad pero que se podía medicalizar con facilidad
Envejecer
es permanecer y, simultáneamente, son las huellas que deja el paso del
tiempo. Hay cambios morfológicos y fisiológicos que llevan a una menor
capacidad de adaptación y de cambio ante los dinámicos eventos externos e
internos. Envejecer es expresión del triunfo temporal sobre la muerte,
pues sólo envejecen los que sobreviven. Envejecer es sano. Envejecer es
expresión de salud, una oportunidad de disfrutar de la vida. Se habla de
"envejecimiento activo", que se refiere a la participación individual y
colectiva en actividades cívicas, culturales, económicas, espirituales,
lúdicas, políticas y sociales. Estas actividades contribuyen a mejorar
la calidad de vida de los que envejecen.
Hay
muchos intereses industriales en las enfermedades imaginarias, y
especialmente en transformar el proceso fisiológico y gozoso del
envejecer en un proceso patológico, doloroso y enfermizo. Hay muchos
intereses académicos y clínicos, hay mucho mercader en ello. Hay mucho
dinero, un gran mercado.
Vejez y medicamentos
Los
buenos médicos clínicos ya saben que no se puede "envenenar" a los
ancianos "empastillándolos". No se puede emplear un medicamento (¡o
varios!) para cada mal. El objetivo es que el anciano tome cuatro
medicamentos distintos al día, como máximo.
Sabemos
que en el anciano hay una redistribución de masa corporal, con aumento
de la grasa (el 18-36%) y disminución del músculo. Por ello los
medicamentos lipofílicos tienen mayor acción, al aumentar su vida media;
por ejemplo, los neurolépticos, antidepresivos y benzodiacepinas.
Conviene reducir sus dosis.
También
disminuye el contenido en agua (el 10-15%) y aumenta la concentración
consiguiente de medicamentos como digoxina, diuréticos y litio. Conviene
reducir sus dosis.
Los
niveles de albúmina sérica bajan el 15-20% en ancianos frágiles y/o
malnutridos, lo que aumenta la fracción libre y activa de muchos
medicamentos, como fenitoina, ácido valproico y flunazepan. Conviene
reducir su dosis.
La
actividad hepática decrece en los ancianos, lo que aumenta la toxicidad
de muchos medicamentos que se metabolizan en el hígado. Por ejemplo,
morfina, metoprolol, verapamilo, amitriptilina, citalopran, sertralina y
venlafaxina. Conviene reducir sus dosis.
Por
supuesto, también disminuye el filtrado glomerular que se compensa con
una menor masa muscular para mantener niveles normales de creatinina,
por lo que se precisa medir el aclaramiento de la misma para valorar
adecuadamente el problema.
El
médico clínico prudente valora estas circunstancias y muchas otras,
pues no es lo mismo el anciano de 90 años frágil y muy enfermo que el
sano anciano de la misma edad, robusto y fuerte. Es esperable una cierta
"resiliencia del anciano", esa resistencia a la enfermedad y al
sufrimiento, que tanto llama la atención del médico joven
Ejemplo de mercaderes en el templo
A
veces hay espectáculos increíbles en el campo de las enfermedades
imaginarias, o "non-diseases". Ninguno como el reciente en el "Centro
Nacional de Investigaciones Cardiovasculares", en Madrid
Como escribió literalmente el periodista, también confabulado para convertir el envejecer en enfermedad:
"Se
juntan un cardiólogo, dos neurólogos, una oncóloga y un experto en
envejecimiento y ocurre que se ponen de acuerdo. No es un chiste. En
ciencia a veces se dan estos milagros, como se puso de manifiesto ayer
en una sesión sobre envejecimiento en el Centro Nacional de
Investigaciones Cardiovasculares. La mezcla de especialistas no era
casual. A partir de los 75 años, cánceres, enfermedades cardiovasculares
y neurodegenerativas representan el 61% de las causas de fallecimiento
de los españoles, según reflejan los datos del Instituto Nacional de
Estadística. La idea que subyace es que el envejecimiento es, en
sí mismo, una enfermedad, y que las otras son manifestaciones de una
base común. Algo que geriatras y profanos sospechábamos hace tiempo" [cursivas en negritas, del autor].
En
el texto se incita a una prevención sin límites (¡incluso prevención
del envejecimiento en sí mismo!), que se supone sólo tiene problemas de
coste. No parece haber daño en las propuestas. Todo se pinta de rosa, al
tiempo que se prometen cosas imposibles. Se infunde miedo ante el
envejecer, que dicen comienza a los 20-30 años.
Por
supuesto, ha habido reacción ante tamaña barbaridad. Por ejemplo, de
Sergio Minué, profesor de la Escuela de Salud Pública de Granada
Lo
dijo el poeta: "¿Murió? No, acabó, que empezó a morir cuando nació". En
ese sentido somos un "ser para la muerte". Pero llenos de vida, de
salud, de amor, de amigos, de sexualidad y de sexo, de buenos y de malos
ratos, y de felicidad y sufrimiento. Envejecer a partir de los 20-30
años es tener salud a chorros, por más que "renqueemos" de algo
(hemorroides, diabetes, esquizofrenia, desempleo, psoriasis, insomnio,
etc.). Cabe salud a toneladas mientras cargamos la mochila con algunos
kilos de enfermedad. Envejecer es una oportunidad de disfrutar más de la
vida.
Que no le amarguen los años esos mercaderes, esos vendedores de humo que habitan mercados de nombres rimbombantes.
Así sea".
Como
cronista de "El Mirador" en Acta Sanitaria doy fe de que el contenido
de este texto refleja fielmente la sección semanal del 1 de julio de
2013 de Antonio Gómez Díaz, en el "Diario de Mallorca".
Juan Gérvas (jgervasc@meditex.es) es médico general y promotor del Equipo CESCA (www.equipocesca.org) mpf1945@gmail.com @JuanGrvas
No hay comentarios:
Publicar un comentario