24 de marzo de 2011

EL MIRADOR (DE JUAN GÉRVAS). INTIMIDACIÓN

EL MIRADOR (DE JUAN GÉRVAS). INTIMIDACIÓN

Madrid 21/03/2011 Por increíble que parezca, en Medicina suelen darse casos que, además de no compadecerse con lógica alguna, comportan una actitud de miedo y de sometimiento del paciente. Y, como pone de manifiesto el comentarista, de tal situación suelen escaparse muy pocos.

El miedo mueve montañas. La fe también. A veces se mezclan miedo y fe. Llamamos intimidación al logro de hacer que otros realicen lo que queremos a través del miedo. La intimidación es una forma más de maltrato, pero muchas veces está bien vista. Está bien vista, sobre todo, cuando se acompaña de fe que ciega, y la intimidación se convierte en sumisión libremente aceptada. Pero toda intimidación es dañina. Toda intimidación implica abuso del poder. En la sumisión el débil acepta el poder del fuerte. Por supuesto, hay juegos sexuales de dominación y sumisión (d/s, se abrevia) en los que se establece un consenso que lleva al goce a través de la humillación. Está bien la d/s, como cualquier otra práctica sexual entre adultos gozadores. Lo malo es el abuso, cuando la sumisión es parte de la intimidación, en el sexo o en cualquier otra actividad. Ya no hay goce sino engaño, dolo y sufrimiento. O no, pues hay quien se goza en someterse a la intimidación, por increíble que parezca.

La fe en los médicos y en la Medicina se basa en un contrato de honradez. El médico tiene un enorme poder que exige lealtad con el paciente. El paciente cree que su médico hace lo que él mismo haría si tuviese los conocimientos del profesional. Además, el paciente supone que su médico tiene la mejor formación posible, y que adapta su sabio saber a sus problemas concretos. Sobre todo, el paciente cree que el médico no tiene una agenda oculta, no tiene otros intereses que lograr su mejoría o curación. Esta confianza es una fe sin la cual no existiría la Medicina. Fe que puede facilitar la intimidación aceptada, la sumisión voluntaria. Por increíble que parezca.

Shitala

Entre los dioses indúes, Shitala Mata, la diosa de la viruela.

El culto a Shitala lleva a la aceptación de la viruela. Los afectados por la viruela están bendecidos por Shitala, y merecen consideración de elegidos. Toda la familia los visita, todos los vecinos los festejan. Shitala camina sentada en una burra y lleva en la cabeza una cesta con granos negros que caen por el movimiento, al andar. La viruela no es grave si Shitala lava los granos con el agua del cántaro que lleva en una mano, pero si los golpea con la escoba que lleva en la otra mano el caso será grave o mortal.

Fe e intimidación se mezclan en el culto a Shitala Mata, como en tantas religiones con cultos a otros muchos dioses. Por ello, vacunar a los creyentes de Shitala Mata fue todo un reto durante las campañas de erradicación de la viruela. La viruela era un mal, pero divino. Se complicó la campaña, además, con el bulo de que la vacuna se había obtenido matando vacas, grave pecado en la India.

Hay versiones de Shirtala Mata como Mariatale. En tal acepción, Mariatale perdió el poder de levantar una esfera del agua sin tocarla, por haber pecado, y pidió a sus hijos que la mataran. Sólo uno se atrevió, y la decapitó. El dolor del padre y marido permitió que los dioses admitieran la reconstrucción de Mariatale. Por un error, su cabeza quedó unida al cuerpo de otra decapitada, una ramera. Por ello Mariatale tiene las virtudes de las diosas y los hábitos de las putas. Las clases altas adoran su cabeza; los parias su cuerpo.

Por increíble que parezca.

The Journal of Sexual Medicine (octubre 2010)

En el número de octubre del año pasado del Journal of Sexual Medicine se publicó un monográfico dedicado a los resultados de una encuesta sobre hábitos y costumbres sexuales en los EEUU. Los resultados son muy interesantes y muestran los cambios de una sociedad en evolución. Así, han aumentado las mujeres y varones vírgenes. También ha aumentado el sexo anal.

Hasta el 40% de las encuestadas (lesbianas incluidas) había probado el sexo anal alguna vez en su vida. El 20% lo había practicado, además en el último año. Y un 7% en el último mes. Si las mujeres (lesbianas incluidas) tenían pareja estable la frecuencia era del 25% en los últimos tres meses. Se puede concluir que el sexo anal no es una rareza en las mujeres. Además, las mujeres que declaraban tener más orgasmos eran las que más practicaban el sexo anal.

Naturalmente, esta encuesta ha sido muy debatida. Por ejemplo, justo después de su publicación, en SLATE. Allí generó un torrente de comentarios. De ellos se deduce que el sexo anal puede producir orgasmos por sí mismo, que la mujer que disfruta más del sexo y tiene más orgasmos acepta más el sexo anal, que la mujer experimentadora que busca más placeres ocultos encuentra más orgasmos y más sexo anal, que los orgasmos repetidos llevan a relajación y más disfrute del sexo anal y que la mujer más segura de sí misma tiene más orgasmos y acepta más el sexo anal.

No todo es intimidación en el sexo anal femenino (ni sumisión, ni fe).

Por increíble que parezca.

Radium Girls

Cuando se celebra el día de la mujer trabajadora se celebra el día de todas las mujeres, claro. La pregunta al hacer la historia clínica en la consulta no es ¿trabaja?, sino ¿trabaja dentro o fuera de casa, o doblemente?.

Grace Fryer empezó a notar que se le caían los dientes sin causa, y que se le "reblandecía la mandíbula". En 1922, en New Jersey, EEUU. Fue al dentista pero no le encontró nada. Pronto empezó una epidemia de mujeres con los mismos problemas. Un dentista se dio cuenta de que todas ellas habían trabajado en la misma fábrica. Fueron empleadas de la empresa US Radium, de New Jersey, EEUU. Se fabricaban allí instrumentos y relojes. Durante la Primera Guerra Mundial, para el Ejército de EEUU, pues su luminiscencia permitía ver los mandos y las horas durante la noche. La pintura se llamaba glow in the dark. Se hacía con radio, que había conocido en París el dueño de la fábrica, de mano de Marie Curie. La mezcla del radio con pegamento y zinc era la base de la pintura.

El radio se volvió popular, incluso como elexir para la salud.

Grace Fryer y sus compañeras "afilaban" el pincel de pelo de camello a base de chuparlo. También se pintaban a veces las uñas, y los dientes, para sorprender con su belleza en la obscuridad. Los dueños de la fábrica y los técnicos de la misma aprendieron sobre el radio y sus peligrosos efectos, y se protegían. Las trabajadoras no fueron informadas. Cuando Cecil Drinker hizo un informe demoledor sobre las dosis de radiación en la fábrica y en los cuerpos de las trabajadoras (muchas tenían luminiscentes hasta la ropa interior, y la piel de la espalda) se tergiversó. Con la complicidad de médicos y dentistas se ocultó el problema, y para desacreditar a las trabajadoras los certificados de defunción hacían constar sífilis como causa de muerte.

Por increíble que parezca.

Finalmente, en 1927, un abogado joven se atrevió a iniciar el juicio contra la empresa. Durante el juicio se demostró que un diente caído de las trabajadoras tenía tal dosis de radio que velaba las radiografías. Tenían radio concentrado en todos los huesos. Fueron muriendo, pero lograron ganar. Sobre todo, lograron que el Congreso de los EEUU legislase en 1948 acerca de las enfermedades laborales.

Hoy en día los médicos no diagnostican sífilis como causa de muerte a las envenenadas con radio. Hoy recomiendan pruebas sin fundamento científico, como el PSA (¡para "prevenir" el cáncer de próstata!). Meten miedo con el cáncer.

Por "marcadores altos" un Vicepresidente del Gobierno termina en Cuidados Intensivos, por septicemia, cuenta la prensa. Es parte del calvario a que se somete a los varones, intimidados con la próstata y alrededores, sin fundamento científico con tactos rectales (mal remedo de sexo anal manual), PSA, biopsias e intervenciones que producen al final septicemias, impotencia e incontinencia, e incluso muerte. Y el 60% de casos de sobrediagnóstico en los pacientes con próstata extirpada por cáncer.

Intimidación, fe y sumisión masculina ante el poder médico.

Por increíble que parezca.

Juan Gérvas (jgervasc@meditex.es) es Médico General y promotor del Equipo CESCA (www.equipocesca.org)

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